Era un terreno baldío, un patio sin uso entre varios bloques que se encontraba muy sucio, y ahora es un huerto ecológico urbano en el que usuarios de la Asociación de Familiares  y Personas con Problemas de Salud Mental (FAEM) de Cádiz plantan verduras de temporada, una actividad que les sirve de terapia y cuyos frutos destinan para autoconsumo.

“Esto era un estercolero, estaba lleno de escombros, y lo hemos limpiado, hemos traído toneladas de tierra fértil y hemos pasado la mulita (un tractor pequeño de mano) para mezclar la tierra fértil con la que ya había. Nosotros mismos hemos puesto un sistema de riego por goteo con un temporizador”, comentan orgullosos Salvador Cantos Valverde y José Lorente, usuarios de FAEM y responsables de esta actividad. El resultado de su trabajo es un magnífico huerto ecológico –”el primer huerto urbano que hay en Cádiz”, señala José Lorente– con unos 400 metros cuadrados cultivables y otros 400 metros cuadrados de cemento; en este último espacio quieren poner mesas de cultivo “para ampliar la capacidad y que personas con movilidad reducida puedan trabajar de pie”, apunta José.

A este huerto se accede a través del número 13 de la avenida Juan Carlos I. En él, junto a Salvador y José, trabajan de forma fija cinco voluntarios, entre usuarios de FAEM y personas derivadas de la Unidad de Salud Mental del SAS, además de algún colaborador esporádico. Los responsables reciben un pequeño sueldo de una subvención de Diputación que tiene la asociación para el mantenimiento del huerto.

Según el presidente de FAEM, Manuel Mariño, esta actividad sirve de terapia a los usuarios. “Es una motivación en su día a día”, indica. Los trabajadores de este huerto ecológico corroboran las palabras de Mariño: “Estar en contacto con las plantas al aire libre es muy relajante y recoger los frutos es muy gratificante”, afirma José. Salvador añade que “el esfuerzo físico también es terapéutico, ayuda a despejarte, a no estar pensando en otras cosas. Te concentras en el trabajo y te evades de preocupaciones y problemas”.

Ellos están tan implicados en este trabajo, tan satisfechos de los resultados del huerto y tan contentos con lo que les aporta personalmente, que Salvador se lanza a decir: “A mí, si me quitan el huerto es casi como si me quitasen una pierna. Es una actividad muy importante en mi vida”. “Aquí estamos muy bien, se ha creado un grupo muy bueno y hay muy buen ambiente. Todo el mundo está muy implicado”, añade José.

Manuel Mariño reconoce que con esta actividad “teníamos recelo por lo que implicaba, y gracias al Ayuntamiento, a Diputación y al trabajo de ellos hemos podido sacarla adelante”. Destaca especialmente la implicación de las personas que trabajan en el huerto: “Sin su dedicación, esto no hubiera sido posible. Se han implicado de lleno desde el principio“.

José explica que lo que plantan en este huerto son “verduras de temporada y ecológicas, es decir, que no llevan productos químicos de síntesis. Son todos productos naturales”. Empezaron el invierno pasado con planteles aportados por Diputación. “Era una cantidad bastante limitada para la capacidad del huerto, así que la siguiente temporada, que fue este verano pasado, completamos lo cedido por Diputación con planteles adquiridos en la Cooperativa Agrícola de Conil, y este invierno hemos hecho lo mismo”, relata José.

Actualmente tienen plantado habas, guisantes, col, lechuga, col lombarda, brócoli, coliflor romanesco, apio, cebolla de varios tipos, puerros, patatas y algunas plantas aromáticas como hierbabuena, perejil, romero, albahaca y guindillas.

José cuenta que ellos trabajan en el huerto los lunes, miércoles y viernes de 9.00 a 13.00 horas. Lo primero que hacen es recolectar la cosecha de cada día y lo publican en las redes sociales. También tienen un grupo de whatsapp con los voluntarios y colaboradores donde van informando de cómo va el huerto y de sus frutos, enviando fotos de las verduras que van plantando y de las recolecciones. Luego se ponen a la labor del día: quitar la mala hierba, trabajar con la compostera (aprovechamiento de los restos orgánicos del huerto para hacer compost, que sirve de abono), arar la tierra con la mulita o con la zoleta y preparar purin de ortigas, que sirve de fertilizante y repelente de insectos. También plantan planteles en los huecos que quedan tras la recolección y riegan una parte a mano. Salvador comenta que están intentando sacar adelante los semilleros, “pero se nos resisten”.

Los frutos que recogen son para autoconsumo de familiares, usuarios y colaboradores de la asociación; algunos de estos colaboradores hacen donaciones para el mantenimiento del huerto.

José y Salvador expresan que tienen pendiente adecentar el muro que se encuentra al fondo del huerto, cuyos ladrillos están al aire y tiene muchas pintadas. Su objetivo es hacer allí un mural.

Los responsables del huerto resaltan que cuentan con colaboración de expertos: “Un padre de la asociación, Carlos, que tiene un huerto en Chiclana y Toñi, una ingeniera agrónoma que nos ha ayudado en el proceso de la puesta en marcha”. Señalan que Diputación les aporta planteles y materiales, y en un futuro les impartirá formación. Por su parte, el Ayuntamiento, además de ceder el terreno, les dio un contenedor de tierra fértil y algunos materiales. A todos ellos están muy agradecidos, además de a los voluntarios. Nombran especialmente a Carlos del Olmo, de FAEM, “que se ha implicado muchísimo desde el principio para retirar escombros y ahora colabora con la limpieza”.

Manuela González Romero, una de las voluntarias que se ha incorporado recientemente a esta actividad, asegura que le está ayudando mucho “porque trabajar aquí me sirve de entretenimiento”.

Los frutos de este huerto pueden verse en el perfil de Facebook Huerto Urbano de FAEM.

INFORMACIÓN Y FOTO: DIARIO DE CÁDIZ