Mi infancia

No fui un niño feliz, solo intentaba serlo, pero aquellos lugares básicos donde los niños reciben el calor del amor estaba completamente des estructurado, y por tanto tenía mucho miedo al dialogo. Era entonces muy poco comunicativo. Jugaba como todos, pero las inquietudes propias de la  niñez me las reservaba y eso me conllevaba a ciertos momentos  de  angustia  y  desazón.  En  la  escuela  era  un  niño  responsable,  me  lo inculcaron muy bien mis padres. Pero sé que pude dar más  de lo que di. Quizás me faltara motivación. Recuerdo, además, que solía tener admiración por los chicos que tenían éxito con las chicas, pero a su vez me sentía desalentado por ello. Siempre fui físicamente guapo, pero no fue hasta la adolescencia cuando yo me hice consciente de ello. Parecerá una tontería, pero a mí me resulta grave no tener un conocimiento de tu propio físico, porque pueden  dar lugar a complejos innecesarios. También recuerdo haber tenido una gran obsesión por aparentar ser mayor de lo que era. Justo antes de entrar en el instituto o un poco antes de salir de la escuela mi mentalidad dio un giro brusco en lo relativo a la responsabilidad escolar, lo que no deja de ser un trastorno. Podemos decir que cuando entre en el instituto  comenzó mi adolescencia.

Mi adolescencia

Entonces era una persona a la que le gustaba poco salir. Estaba dedicado al atletismo, de forma obsesiva, como no. Desde los 9 años hasta los 12 o 13 años. Y tras el transcurso de unos meses desde que entre en el instituto, comencé a salir con amigos. Recuerdo perfectamente, que  ellos ya por entonces fumaban marihuana. Comencé a sentir, además, que atraía a las chicas, pero no le daba importancia y además era un poco bobo al respecto. A raíz de unas fiestas, durante este  periodo, yo comencé a fumar tabaco y a beber alcohol. Y poco más adelante lo convertí en algo habitual. No de todos los días, pero si quizás, todos los fines de semana. Me llegue a sentir más seguro de mí mismo cuanto más descontrolaba. Esta era mi idea, claro. Me empezaron a atraer otras chicas más adultas con las que soñaba tener alguna relación sentimental y que también estaban en el instituto. Además sentía que yo también las atraía a ellas. Como veis, entre una cosa y otra era  grande,  pero a la vez desdichado. Carecía de valores y autoestima. Durante el transcurso del primer año de instituto, conocí a una chica del pueblo bastante mayor que yo y comenzamos a salir. Esta experiencia fue una de las que más me ha marcado. Sentía un apego a ella tal, que a los amigos casi ni prestaba atención. La tenía en mi mente de manera obsesiva. Pero la relación como tal duro solo dos meses aproximados.

La ruptura fue para mí muy dolorosa y no perdí las esperanzas de que algún día volviera.  Comencé  a consumir marihuana y mis ideas de volver con ella seguían de manera muy intensa. De tal forma llegue a perder mi propia identidad, si algún día la tuve, para intentar convertirme en lo  que yo pensaba que ella exigía en una pareja ideal. Tan intenso dolor y mi incapacidad de dialogar, para así canalizar mis emociones, me llevaron a perder la cabeza literalmente. Nada más tenía 14 años y ya tenía esquizofrenia.

Primera etapa como enfermo

La noche que enferme, sentía que algo raro me pasaba. Tenía mucho miedo, miedo a todo en general. Pasaba por mí la idea de levantar a mis padres para contarle, pero también eso me asustaba. Al día siguiente cuando me levante y me dispuse a hacer mi vida normal, note que todo había cambiado. Que las respuestas de los demás ante mis inquietudes me chocaban y me destruían por dentro y notaba alteración en los cincos sentidos. Mis intensos temores me hacían deambular de un sitio para otro. Lo mismo estaba con los amigos, que una brusca reacción me llevaba a casa y al revés. Mi cabeza era una olla exprés llena de pensamientos negativos, que necesitaban  respuestas positivas. Pero ante nadie, solo yo mismo intentaba darme esas respuestas. Eran respuestas de alivio, pero mi felicidad oscilaba en segundos del 0 al 10. Pasaron los días, las semanas e incluso algún mes y poco a poco mi cabeza se fue asentando. Yo estaba convencido de que eso que me pasaba y que no llegaba a definir iba a terminar algún día y así, después de repetir dos veces 1º de  BUP empecé a estudiar en un instituto nuevo, con gente conocida y desconocida, lo normal. De  forma  impensable tenía el objetivo de volver a ser responsable y estudiar para aprobar, y lo conseguí durante  los  dos  años  que  pase  en  dicho  instituto.  Pero  siempre  estaba  con  la preocupación de que los demás se reían de mí. No todos, pero si una pequeña parte, los más jóvenes. Durante esos dos años elabore la idea de que quería ser psicólogo y me obsesione un poco con ello. Con 17 años me volví a cambiar de instituto para hacer el tipo de bachiller que me preparaba para acceder a la carrera de psicología. Este se encontraba retirado de casa y tuve que quedarme en una residencia de estudiantes. Intente  que  mi  paso  por  allí  no  me  acarrearan  los  mismos  problemas  con  mis compañeros, que me causaron en el anterior instituto. Esto es, intenten ir a lo mío y dejar de hacer esas demostraciones casi absurdas de sabiduría que realizaba antes. Eso  me  ahorro  muchas  burlas  y  tengo  que  decir,  que  sin  duda  aprendía  de  las experiencias.  Para  resumir,  cuando  entre  en  la  residencia  deje  el  alcohol  y  la marihuana mucho antes, y mi vida transcurría de forma que los fines de semanas los pasaba en casa sin salir a la calle, casi sin  contacto y los días normales los pasaba conviviendo como podía con mis compañeros. Recién entrado en la residencia empecé a tratarme con una psicóloga, y al año me derivo al psiquiatra, el cual me mando unas pastillas que no resolvían para nada el conflicto interno, que tengo que decir era mucho más suave que al principio. Este alivio se debió más, quizás a mis resultados favorables  durante el bachiller y a que no tomaba alcohol ni nada raro, aunque la psicoterapia si me ayudo en  algo. Durante los ratos que pasaba encerrado en casa sentía nostalgia por una vida más normalizada, adecuada a mi edad. Lo que quiero decir es que  necesitaba salir, relacionarme y divertirme como cualquiera con mi edad. Pero los miedos eran muy pronunciados, a la vez que el sentido del ridículo. Cuando termine el bachiller, esto es, 2 años después, conseguí entrar en la facultad de psicología.

Solo hice un año y los resultados fueron favorables académicamente. En cuanto a las relaciones personales algo más favorables, pero aun traumáticas. Durante el verano de descanso, con unos 20 años, comencé a desarrollar la idea de que era homosexual y el psiquiatra me aconsejo no seguir estudiando. En los meses siguientes desde el verano comencé a tener relaciones con una amiga de mi madre y bueno, su marido se suicidó y después  todo  se  supo.  Mis  padres  me  obligaron  a  abandonarla  de  algún  modo  y comencé a beber y a fumar marihuana de nuevo, lo que me llevo a  tener un brote psicótico. Entonces comencé a tener la idea conspirativa de que me tenía que suicidar y lo intente varias veces sin resultados, evidentemente. El psiquiatra de turno no supo ayudarme y mis padres optaron por llevarme a un buen especialista, con el que pasaría, si no recuerdo mal, unos 10 años.

Consciente de mi enfermedad

Nada más llegar al especialista me realizó una serie de pruebas. Yo aún tenía esas ideas conspirativas, pero con un completo ajuste de medicación y algunas charlas con el  doctor  desaparecieron  en  gran  medida.  Yo  ya  empecé  a  sospechar  que  tenía esquizofrenia, pues pensaba que algo peor de lo que experimente no podía haber, en cuanto a sintomatología. Pero fue el medico quien me lo confirmo poco tiempo después. A partir de aquí, con la ayuda de la medicación y de las charlas con el médico, claro está, y con nuestro trabajo, porque incluyo a mis padres y hermanos, mi evolución fue tal, que ni yo mismo me lo esperaba, después de lo que había pasado durante 5 o 6 años, sin haber estado  tratado adecuadamente. Comencé a salir a la calle progresivamente, hasta llegar a sentirme feliz rodeado de personas de más o menos mi edad. Os recuerdo que años antes pensaba que la gente se burlaba de mí. Además llegue a  desarrollar ciertas habilidades sociales que me hacían la vida más cómoda. Vivía, podemos decir, todo un sueño hecho realidad. Aquí comprendí que la psiquiatría estaba evolucionando favorablemente y a la misma vez me preguntaba lo atrasado que estaban otros especialistas, con respecto al mío. Mi idea de una posible homosexualidad desapareció durante un tiempo. Pero al paso de algunos años, siendo tratado con el mismo doctor volvió a surgir, hasta tal punto que yo mismo me lo creí, a pesar de que el médico me lo negó. Era casi como una necesidad el tener eso presente, porque parecía dar respuestas a mi falta de conquistas amorosas y quizás por mi afición a la moda  y a intentar cuidarme como una mujer, aunque nunca me llegue a enamorar de ningún hombre.

Mi ilusión por crecer

Mi pasión fue siempre la música y comencé a estudiar en el conservatorio de música de mi pueblo, pero lo abandone porque no estaba recuperado. Al poco tiempo comencé a asistir a una escuela taller en la que me lleve dos años trabajando. Gracias a ella conseguí el título de auxiliar en formación profesional de la especialidad que estaba tratando en dicha escuela. Cuando termine trabaje en las calles por contratos cortos.

Al poco tiempo de realizar esto retome el conservatorio y lo complemente con un ciclo superior de administración y finanzas. Para seguir mis estudios de música y por mi ilusión para trabajar me marche a la ciudad. Ya tenía 31 años cuando me fui y en ella pase unos 5 años. Justo  antes de marcharme comencé a estar atendido por el equipo de salud mental de la seguridad social del distrito.

Mi primera etapa en la ciudad

Como un estudiante más que sale a la ciudad, continúe mis estudios en el conservatorio profesional de música de Huelva. Vivía en piso de estudiantes, y realizaba visitas periódicas, tanto con el doctor como con el equipo que formaba la delegación de FAISEM  (Fundación para la Integración Social del Enfermo Mental) en Huelva, los cuales me procuraron un trabajo, tras realizar un proyecto, como monitor de música, para enfermos como yo. Al principio  compaginaba los estudios con el trabajo, pero después de 2 cursos realizados deje los estudios para solo trabajar y divertirme. A parte de mi convivencia con mis compañeros de piso, la cual me resulto  complicada, como todas las convivencias, gracias a mi trabajo conocí a amigos, compañeros de batalla, aunque en principio alumnos, que poco a poco me fueron mostrando el club social y al que empecé a asistir de forma habitual. El club social era y es un lugar de encuentro  para  enfermos  mentales.  Debido  a  mi  insistencia  con  el  tema  de  la homosexualidad, la monitora del club  social,  me invito a que fuera a la asociación COLEGA. Allí conocí gente con la que hacia dinámicas de grupo, nada que ver con sexo, para  explicarme y luego con la que salía a cenar y a tomar algo. Esto último no duro mucho tiempo. Además, por mi trabajo también tuve la suerte de compartir cosas con amigos profesionales, en el campo de la salud mental. Os recuerdo que era monitor de música, y como monitor tenía que asistir a reuniones y encuentros sobre salud mental como los demás monitores. Tengo que decir que durante mi primera época en la ciudad tuve algunas crisis leves, para el que no las conoce, porque eran muy dolorosas, pero por otro lado no eran graves recaídas como la del brote psicótico. Estas las intentaba solucionar yendo por mi propia cuenta a urgencias, donde me atendían,  puedo decir correctamente.  Para aclarar un  poco el tema  de  estas  crisis,  estas  surgían  tras algunas desavenencias con el exterior reales, pero que terminaban resolviéndose como paranoias, quizás por mi incapacidad de resolverlas de forma madura. Desavenencias tales como problemas con algún  compañero de piso o algo así. Mi asistencia al club social todas las tardes me trajo momentos muy  felices, porque siempre teníamos actividades  o  nos  las  inventábamos  nosotros.  Además   hacíamos   excursiones  y convivencias fuera de la ciudad. Yo por otro lado, y de forma casi solitaria, pero de la mano de FAISEM, asistía a reuniones y ponencias sobre salud mental, encabezadas por la plataforma de asociaciones de usuarios de servicios de salud mental, en la que participaban en ocasiones gente digamos importantes en el campo de la salud.

Mi segunda etapa

Esta es la etapa desastrosa de mi vida en Huelva. En realidad todo comenzó por tonterías. El tema de la homosexualidad llego a oídas de los amigos del club social y algunos lo utilizaba para divertirse y yo no era de los que aceptaba ciertas bromas. La verdad, yo ya  por esta época, y de forma casi inevitable, había tenido relaciones homosexuales,  lo  cual  no  significo  algo  importante  para  mí.  En  realidad  hubiera preferido haberlas tenido con mujeres. Bueno, bromas aparte, mi vida en el club fue perdiendo intensidad, porque ya todo no era solo diversión. Por otro lado yo comencé a vivir en los pisos tutelados de FAISEM, tras dos años y algo  de  estar en Huelva y además llevaba tiempo almorzando en el comedor que la fundación tenia  para  los enfermos.  En  una  de  las  excursiones  conocí  a  una  chica  que  me  gusto  desde  el principio, pero mis amigos con las bromas no me lo pusieron fácil y opte por mantener la distancia con ella. Pero en una de las visitas durante la excursión, me atreví y le comente que me gustaba. Ella me respondió, desde mi punto de vista favorablemente, pero tampoco le había pedido salir juntos. Al parecer esta chica gustaba a más de uno, pero ya después finalizada la excursión, termino siendo mi novia. Comencé a suspender mis salidas con  amigos, para  estar  con  ella.  Esta  chica  vivía  entre  la  comunidad terapéutica y la casa de su madre, de manera que pasaba los días entre semana en la comunidad y los fines de semanas en su casa. Yo los viernes daba clase como monitor fuera de la ciudad a otro grupo, lo cual, con el tiempo y más, desde que la conocí me pesaba un poco en mi vida como trabajador. Yo llevaba tiempo advirtiendo que estaba cansado de trabajar, e incluso mucho antes de conocer a mi novia, pero la relación fue la que ya por ultimo hizo plantearme dejar el trabajo definitivamente.

A partir de aquí casi todo lo que fue sucediendo se escapaba de mis manos. Ella no era lo que pensaba  en un principio y mis amistades, bajo mi punto de vista, tampoco ayudaban demasiado. Mi novia y  que por eso estaba en la comunidad terapéutica, a parte de su enfermedad, tenía problemas añadidos. Bebía en exceso y le gustaba la marihuana. Yo, ante esta situación no sabía cómo  responder, pero como la quería y cegado que me encontraba, termine bebiendo también y fumando  marihuana. Esto complico mi vida con mis amigos del club social y por otro lado ya no era el monitor de música que todos conocían. Antes de conocerla hacia escapadas continuas a mi pueblo para estar con mis amigos, pero eso también se acabó. Mi vida fue ella y los problemas que ello conllevaba. Mi  resentimiento con mis amigos y ella que no me comprendía, produjo que mi relación tambalease, hasta que después de 1 año y algo de estar con ella, la relación finalizo. Yo, el tema de la bebida y del consumo de marihuana lo había interrumpido.  Pero  los verdaderos problemas  comenzaron  aquí.  Mis  amistades  no respondieron a mis expectativas y por otro lado, después de un mes desde que  se rompió la relación, yo buscaba volver. Me refugie en personas que solo me decían lo que quería escuchar y por otro lado se aprovecharon de mi inocencia y de mi situación. Volví a retomar el consumo de marihuana, aunque esta vez, de manera frecuente, lo cual, con la enfermedad que tenía, hacía que mi vida tambalease. Inevitablemente me metía en líos y mi situación económica no era buena, o lo que es más, no tenía ni un duro. Por otro lado, deje la medicación, no porque pensaba que estaba curado, sino porque me dio por pensar que mi enfermedad después de tanto tiempo no lo requería. Nada más paso un fin de semana de esto, cuando comprendí que estaba realmente mal y me fui a urgencias, desde donde me trasladaron a la unidad de psiquiatría. A partir de aquí, con el apoyo de mis padres regrese a mi pueblo de manera definitiva, para estar con ellos hasta ahora.

Primera etapa en Nerva

Cuando llegue a mi pueblo tenía ya 36 años. A veces las cosas en la vida se te presentan, no por casualidad, sino por sincronicidad. Esto es, si estás preparado para escuchar lo que tu interior necesita y dispuesto a recibir lo que el exterior te dice eso es algo muy positivo y  milagroso. Mi vida requería, tras pasar por una situación desalentadora, algo que la hiciera merecedora de ser vivida y durante el ingreso decidí dedicarme al  dibujo y la pintura. Tenía la intuición de que eso sería algo que iba a poder desarrollar y me entregue a ello valientemente. Nada más regresar al pueblo me volqué en el dibujo, me entretenía, me apasionaba dibujar y cada dibujo era un reto para mí. La calle, sin embargo, me atraía muy poco.  No  tenía ganas de salir ni de divertirme, solo de dibujar. Por mi reciente pasado, me sentía  apesadumbrado y no tenía  ganas de hacer vida social. Es más, después de tanto tiempo sin saber de mis amigos la cosa se me ponía más cuesta arriba, además estaba algo paranoico en ese aspecto.  Meses más tarde decidí apuntarme a la escuela municipal de pintura y el tiempo  que  estuve  los pase  realmente  bien.  Después  de  un  tiempo  me  fui  des obsesionando de la pintura, y mi mente pedía salir y divertirme, así como los miedos me hacían esforzarme a desarrollar una vida más  social. Pero la única salida que encontraba era mi hermana y sus amistades, y durante un tiempo, no muy largo, salí con ellos. Pero una llamada telefónica fue la causa de que  mi vida cambiara. Llamaron para anunciarme una incipiente excursión a Lisboa y para presentar algún dibujo en una exposición conjunta. Esto fue al año de yo regresar, más o menos. Acepte ir a la excursión, que dicho sea de paso, la organizaban los talleres de FAISEM de distrito. Y una vez regresados, tome la decisión de asistir diariamente al taller ocupacional de FAISEM  de Minas de Riotinto.

Segunda etapa en Nerva

Mis  ansias  por  dibujar  y  por  hacer  actividades  manuales  hizo  que  mis  primeros momentos en el taller fueran vividos de forma      muy intensa.   Todo lo vivía intensamente, hasta el desayuno. Ese primer encuentro con los compañeros era muy agradable para mí. Pero por otro lado, mi pasado en la ciudad me perseguía desde que llegue al pueblo. El haber pasado por momentos de angustia y de mucho miedo hizo que mis paranoias impidieran el curso normal de mi vida. Comencé a odiar a cierto tipo de gente en determinadas situaciones, porque recordaba que otros en otro momento se habían aprovechado de mí. Y aquí está la clave de la situación. Si te pasas odiando a cierto tipo de personas y tienes fijación u obsesión por ellas se vuelven contra ti, hasta el punto  de  que el miedo, y por tanto la angustia estarán presentes en todo momento. Sentí profundas ganas de marcharme de Nerva, pero eso no era posible y yo acudía a urgencias cada dos por tres, porque temía por mi vida, no dejando de ser algo psicopático, al extremo que yo lo llevaba. Tenía por así decirlo, miedo irracional.

Una nueva relación de pareja

Esta relación surgió en el taller o lo que es lo mismo, con una compañera de taller.

Debió ser un flechazo para ella, nada más se enteró que no estaba a gusto en Nerva y que tenía intención de irme, ella me llamo para quedar juntos. Yo acepte la propuesta evidentemente. Puedo afirmar que ha sido la relación más madura que he tenido en mi vida, ya que comenzó despacio y el cariño se fue forjando poco a poco. Además era un continuo dar y recibir, y el respeto siempre estaba ahí, a pesar de las diferencias y de las costumbres de cada uno. Los primeros meses fueron  divertidos y yo vivía cada momento con mucha intensidad, entre otras cosas porque no vivíamos en  el mismo pueblo.  Pero  mis  problemas  antes  reflejados  en  mi  segunda  etapa  en  Nerva  no desistían y a pesar de quererlo evitar no tenía más remedio que se convirtieran en el tema base de  nuestra relación hasta el final y para el final de ella. El miedo a las personas y a la magnificencia que yo las elevaba no me permitía ser feliz y la relación, a su vez, se fue convirtiendo en un compromiso al que no podía atender sin agobios. La verdad, fue un alivio para mí y no por ella ni para ella que todo  terminara. Pero ya podía  dedicarme  a  construir  una  nueva  etapa  para  la  extinción  de  mi  angustia permanente. Mi interés por la psicología emocional me ayudo hasta tal punto, que al poco  tiempo los miedos fueron remitiendo paulatinamente. Poco tiempo después yo quería volver con ella, sin embargo, al parecer ella quedo escarmentada. Mi relación con ella duro 2 años y algo.

La aparición del internet en mi vida

La negativa de mi ex novia no fue fácil de admitir para mí. Luche comedidamente para que la relación comenzara de nuevo, pero no fue posible. La verdad sea dicha, mi impotencia hizo que mi interés por conocer alguna página de chat para conversar con chicas  se  materializase.  Me  registre  en  varias,  hasta  que  encontré  una  que  era totalmente gratuita. De primero, un poco perdido en la página, intentaba hablar con chicas y el resultado no fue muy positivo. Ya al principio me dijo una chica que era un tarado. Pero no lo di importancia y me dedique a utilizar el chat privado para hablar con  chicas  a  solas,  sobre  todo  cuando  en  el  chat  abierto  me  había  llevado  esa respuesta. Un día me dio por llevar a privado a una chica morena que es de la República Dominicana y que me atendió con interés, lo cual me produjo mucha satisfacción. Su interés por conocerme fue obvio y mi ilusión porque ella se conectara aumentaba. Un día nos dimos el messenger y a pesar de la franja horaria hacíamos por coincidir. Fue una bonita etapa la que dedique a ella casi en exclusividad, y digo casi, porque me  volví a atrever a entrar al chat abierto y conocí a una chica muy joven que siempre estaba por allí y que  ahora tengo de amiga en el facebook. Además, también conocí por privado a alguna más. Pero mi interés por la dominicana se llevaba la palma, y aunque no niego que me llevara alguna desilusión, las  cosas parecían fluir, de manera que la amistad casi después de un año exista todavía, pero de manera menos intensa.

Ya hacia algunos meses que conocí a Damaris por el chat. A ella le pongo nombre porque sé que no le importa. Para mi es una de las cosas más bonitas que me ha ocurrido en  tiempo. Considero tener amigos verdaderos, pero amigas verdaderas e incondicionales pocas veces  en  mi vida. Las he tenido y lo digo para que ninguna se sienta ofendida. Lo que ocurre es que ella se ha volcado tanto en mí y yo tanto en ella, que algunas veces, bajo los ojos perversos de otros, hace que parezcamos novios. Esto de los perversos ojos es solo broma, es para que entendáis. No niego haber sentido algo más por ella y ella lo sabe, pero cuando me observo interiormente y veo mis limitaciones no tengo más remedio que pensar que entre ella y yo nunca podrá haber nada, aunque haya personas que por esto mismo piensen que nada es imposible. Pero queda dicho. Me gustaría que se viniese a España, y el hecho de no poder ofrecerle las condiciones mínimas para vivir de principio  me apena. Ella se considera mi madre espiritual y es que los dos somos creyentes. Gracias a ella recordé un episodio que me ocurrió que hizo darme cuenta de que Dios me encontró sin yo buscarlo. Actualmente voy a la iglesia todos los domingos y estoy a la espera de que comiencen las reuniones de La Palabra para asistir. Estoy seguro de que me ayudara a crecer.

Mi vida actualmente

Con 40 años mi vida actual gira en torno a varios pilares. A la pintura, la escritura, la psicología emocional, la ciencia cuántica, la religión, los amigos y mi familia.

Gracias a la pintura y la escritura encuentro mi parte más creativa. Gracias a la psicología   emocional  la  aceptación  de  mí  mismo.  Gracias  a  la  ciencia  cuántica experiencias. Gracias a la  religión el amor. Gracias a los amigos la gratificación. Y gracias a mi familia encuentro un poco de todo lo anterior.